martes, 24 de marzo de 2009

¡En sus Marcas!, ¿Listos?…Muerte

“Ay mamá, ¡espérate tantito!” —No mija, ya vámonos que ya es muy noche—. “No mamá, uno más y ya: ¡mira! Ai’ vienen las patr…” La voz de la niña se apagó entre el rugir de los motores de los autos y el llanto agudo de las sirenas.

Lo que inició como un enorme hoyo en medio de la avenida Revolución debido a la construcción del puente Molinos-Circuito Interior, actualmente, se ha convertido en zanjas de dos carriles que corren paralelamente por Patriotismo y la arteria cavada. El motivo: la colocación de concreto hidráulico.

El 29 de Septiembre del 2008 inició la destrucción. Cinco días después, Van Dick y Miguel Ángel (calles de la colonia Nonoalco-Mixcoac) se transformaron en un corte vial por donde circulan microbuses y vehículos en general. Cinco meses después, las grietas se ampliaron y amenazaron la tranquilidad de vecinos y comercios; desde el colegio Williams hasta la Comercial Mexicana, pasando por los nuevos edificios y las viejas casonas del barrio.

Desde luego, los caminos circundantes van más cargados que el Periférico; sin embargo, esto no ha alterado la rutina de los vecinos como tampoco las prácticas comerciales de la zona: el supermercado sigue vendiendo a pesar de estar en bancarrota, el bar que le sigue continúa trayendo bandas de rock las noches del fin de semana y los arrancones continúan efectuándose.

Toño y Chuy vivieron en la calle Leonardo Da Vinci cuando eran niños, ahora trabajan por el rumbo. Según sus palabras, todos los domingos llegan automovilistas y motociclistas que desfilan desde el metro San Antonio para estacionarse pasando la primera gasolinera, enfrente de la mueblería del Grupo Rosend.

“Hay domingos que no hay nada porque no llegan suficientes coches” dice Chuy, quien es fiel seguidor del evento dominical. Toño siempre acompaña a su amigo y se reúnen con sus antiguos vecinos en la avenida, “por si las flais pasa algo”.

Para ser las once de la noche, Revolución está cubierta de luces y ruido. Los curiosos murmuran, los motores braman furiosos, los equipos de sonido trabajan a su máxima capacidad y los pilotos de las naves gritan y se corren el pisto.

La calzada parece ser la locación de un video de reguetón. Las muchachas llevan prendas tan cortas que retan al frío de medianoche y menean las curvas de sus cuerpos al ritmo del sampleo de la música que despiden las bocinas. Los conductores están sentados encima de los toldos de sus vehículos que relucen por tanto cromo que llevan en los tapones de las llantas y en las parrillas de las defensas; todos esperan lo mismo, que alguien se aviente.

De pronto hace su aparición un bólido color gris perseguido por una patrulla. Su repentino surgimiento provoca un quejido causado por la acción. La sorpresa origina mentadas de madre repartidas en silbidos; así, como el relámpago y el trueno, primero llegan los destellos a los concurrentes y después los chiflidos a las autoridades.

Es la señal esperada antes de que arribe más chota. Cuando la persecución da la vuelta para perderse por la calle de Rubens, una camioneta con placas del Estado de México y un vehículo compacto salen disparados. Repentinamente frenan y empiezan a girar como pirinolas. “¡Mira Toño, qué trompos tan más cabrones!” exclama Chuy, excitado por el chirrido de los neumáticos sobre el pavimento.

Cuando terminan, una nube se propaga sobre la asfaltada: huele a caucho quemado y a mofle. La estafeta llega a los siguientes corredores. Una motocicleta con el motor de un vocho y un Mustang se precipitan y viran justo antes de chocar contra el muro de contención del tapón vial. La hazaña provocó entre una parte de público aplausos.

La ovación duró muy poco. A lo lejos, por el distribuidor vial de San Antonio, se asoma una flota de patrullas. Otras vienen por los caminos perpendiculares que llevan a Patriotismo. La marabunta de amantes a la velocidad huye y ocasionan una ola de estallidos de pistones y un griterío conmocionado.

El gentío no advirtió el grito de la niña y es demasiado tarde para huir. Si corren la policía pensará que son sospechosos de algo; lo mejor es quedarse hasta el fin a ver en qué termina la velada del domingo 1 de Febrero.

Todos ignoraban que esa sería la última sesión de arrancones. En las primeras horas del lunes, un vehículo compacto que participaba en el reto se estampó en Calle 13, colonia San Pedro de los Pinos, delegación Benito Juárez. El accidente dejó como saldo la muerte de seis jóvenes (tres de ellos menores de edad), el conductor huyó. Los vecinos, que tanto esperaban una desgracia, se enteraron por el voceador vespertino: “Tragedia en los arrancones, fotos de la uno a la diez…”

1 comentario:

Kin dijo...

Pinche mani siempre tan bueno, siguele dando a tu crónica que faltan cronista!!!