¿Alguna vez has oído el término de industria cultural? Sí señor, la cultura también es una mercancía; y muy valiosa por cierto. Si no me crees revisemos el caso estadunidense; ¿recuerdas a Superman, Spider-Man o Mickey Mouse? Son personajes creados por una monstruosa industria gringa que los ha posicionado en los rincones donde el dólar no entra.
En cuanto al libro se refiere, la industria cultural que se encarga de venderlo es la editorial. Luego de hacer dinero, los intereses de la empresa apuntan hacia convencer a la esfera política de su funcionalidad para la unificación nacional y la homogeneización de gustos en la sociedad.
Las relaciones públicas engarzan a los protagonistas de la realización de un libro como producto. El autor es quien escribe; el impresor convierte el manuscrito en libro; el vendedor es quien lo distribuye y lo vende; y por último, el editor es quien se encarga de coordinar los esfuerzos de estos tres. Publicar es como un baile en equipo en donde si alguien se equivoca en el paso arruina la estética del todo.
Para tu disfrute, ahora se desglosarán las actividades de cada actor:
A. El autor. Es un individuo que escribe o se puede manifestar como la Santísima Trinidad, varias personas o instituciones pueden conformarlo. El autor es quien realiza el manuscrito que venderá o rentará (para poder comer caliente) y es también quien posee los derechos de su obra bajo el sello Copyright.
B. El impresor, Sólo sigue órdenes por parte de la casa editorial. Él gana dinero constantemente por la materialización de las letras plasmadas en papel.
C. El vendedor. Como señala este sustantivo, el vendedor es la persona quien compra los libros más baratos al editor para poder comerciar con éstos.
D. El editor. Es el hombre del negocio, el visionario que arriesga su capital. Para no perder dinero, trata de coordinar a la perfección los esfuerzos de los tres anteriores.
Todo esto sucede antes de que un libro llegue a tus manos. De este modo, te conviertes en cliente y tienes el papel más importante de la cadena ya que sin tu existencia (en especial la de tu dinero) todos los esfuerzos serían en vano. Recordemos el lema más importante de todo empresario: “El cliente siempre tiene la razón”. Nos necesitan y por eso no nos soltarán tan fácilmente.
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