Cristina Pacheco arribó en punto al Salón de Actos del Palacio de Minería en el marco de la XXX Feria Internacional del Libro; sin embargo, manifestó su contrariedad al haber tanto tráfico en las inmediaciones del recinto en conjunto con las demás acciones del jefe de gobierno.
Antes de empezar su charla, un narrador contó el preámbulo del nuevo libro de Pacheco, Pájaro de madera, segundo libro editado por editorial Porrúa ya que el primero en esta empresa es Se vende burro.
El pódium estuvo compuesto por la autora, Gabriela Quintana (ilustradora de la obra) y por José Miguel Pérez Porrúa, representante de la editorial. A pesar de tratarse de una obra para niños, la concurrencia en su mayoría se componía de gente adulta. “Muchos adultos que se criaron en el campo como yo, no podían tener contacto con los libros; y aunque no tuvimos eso, tuvimos la naturaleza, el viento y los animales”, dice Pacheco.
Y en eso encuentra el motor principal de la presentación. Cristina Pacheco saca de su bolsa un pájaro hecho de madera, un colibrí multicolor que ella considera roto y viejo. Es ese su personaje principal ya que comparte el deseo de su protagonista, que llegue un círculo de aves que lo enseñen a volar.
La entrevistadora también trajo consigo su curiosidad. En el estrado le empezó a hacer una serie de preguntas a su ilustradora ya que no tenía el gusto de conocerla. Así es como el público se enteró de la formación de la dibujante y la cantidad de títulos en que ha trabajado.
Y para premiar la lealtad de sus seguidores, la conductora de Aquí nos tocó vivir invitó al grupo Voces en Punto a interpretar sus singulares temas A Capella. Tres hombres y tres mujeres hacen las armonías y conforman el ensamble de los metales, las percusiones y las cuerdas.
Hubo un antagonista en la presentación. Néstor Ramírez Peña tomó el micrófono ante la invitación de la periodista a exteriorizar dudas o comentarios. La singular aportación del que se dijo cuentacuentos y promotor de un taller infantil en Tláhuac estuvo conformada por las interrogaciones que éste le hacía al auditorio, al final aconsejó lo siguiente: “Léale a su conejito para que después le lea a usted”.
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