lunes, 16 de noviembre de 2009

La vida es un gran baile

Daniela es la sensación de la colonia. Desde que llegó a vivir a la vecindad, todos los batos quieren con ella; y la morra, sabiéndose sabrosa y teniendo bien en cuenta lo que trae bajo su uniforme de la secundaria de los cucarachos, les da entrada a todos pero hasta ahí queda el trato.

A Lalo y a mí nos gusta ir a los bailes del patio sólo para verla menearse. Cada vez que suena alguna rola que le gusta, luego luego se para a bailar. La banda de aquí no sabe ni qué es el ritmo, por eso, Danielita baila con las otras chavas. Pero ¡ay de aquélla que se atreva a bailar con algún culero!; y peor, que ni fuera del barrio…se le aplica la ley del hielo a la vieja y el ojete se puede regresar medio picado a su chante.

Pero yo me moría por tenerla agarrada de su cinturita, de rozar tan siquiera su mano al darle una vuelta de cumbia como en esos videos que venden en el metro, tssss, de volada se me carga la pistola nomás de imaginármelo. La mera verdad yo siempre he querido aprender a bailar pero ¡chale! aquí los chavos siempre tiran cábula o putazos por todo. Si algún día lo intento será lejos de estos culeros.

La semana pasada fueron los quince años de la hija del Choche, ese güey es dueño de la tienda de la esquina, así que pus no se midió y armó pachangón masivo pa’ todos. Corrieron los cartones, el bacacho y el tequila bien enfermamente. ¡Qué pedota nos metimos todos!

Después de los bailables de la Babe, o sea, de la hija del Choche, llegó el primo del Isaac ya que es sonidero. ¡Ahhh, qué chingón suena su equipo! hasta sientes cómo te tiembla así ligerito el cuero. Y pues bueno, no se hizo esperar el desmadre. Ese día había un chingo de güeyes, entre colados, padrinos, vecinos, la banda y las morras; y todos pedos, ¡qué a toda madre!

El chiste es que en un rato empezó la bailadera. El Verijas, el chalán del Cachi-Puerco (así también le pusimos al Choche), es la pura guasa. Todos dicen que es mayate y luego le cargan la mano los chavos; pero a mí la neta me cae de huevos.

Lo que más me late de él es cómo baila: primero le echa el ojo a la morra que se le antoja y le pide la pieza así, con esa voz de puto que le sale tan cagada; y como la neta se oye bien cotorra, pus nadie le dice que no. Luego se avienta sus vueltas de fantasías animadas de ayer y hoy y termina con unas chapuzas; así, entre cambio y cambio, se avienta unos saltitos bien perrones y se hinca como ese luchador del Consejo Mundial que disque es ruso.

El punto es que ese día el Verijas sacó a la pista a la Brendis, que viene siendo prima de Dani. A Brenda no se la negaba, pero a la que quiero es a la otra. Pues ahí tienen que el Verijas le da una bailada marca diablo a la Brendis; con ello también vino su agasajadota. De ahí vinieron los chiflidos y lo impensable: que todos, ya pedos y calientes como estábamos, y que también viene siendo la peor combinación para estar, sacamos nuestros mejores pasos.

Ya ni me acuerdo con quién baile, pero en eso, a lo lejos veo que el Lalo ya estaba bien sobres con mi Daniela. —Ah no— pensé, — este ogeiz no me come el mandado—. Y que voy y le meto un empujón que hasta allá fue a dar mi pobre compita. La Dani nomás se rió y me dijo, entre risas y medio sonrojada: “¿Sabes bailar?” No se si estaba así por mí o por el vino, pero yo, todo volado le dije: “Si mami, aquí yo soy el que las mueve”, — ¡Uy! pues a ver si es cierto Sorullo— que me responde.

Con la misma fuerza y furia en que había deseado esta situación, asimismo desapareció. Cuando estábamos empezando, que la piso; y eso no fue lo peor, después de la pisoteada traté de darle una vuelta de campeón, pero no calculé el quicio de la bomba de agua y que nos vamos con todo y todo. Ella cayó de nalgas y yo encima de ella. La neta, entre la caída y el oso, aproveché para meterle mano a esas ricuritas que porta la Dani, pero ella no agarró la onda y se puso bien loca. Ya mejor opté por llegarle a mi casa, ya no había nada más para mí en esos quince años.

Al otro día ni me atrevía a salir de mi jaula. ¡Qué pena, caray! Aunque estoy seguro que todos armaron sus pendejadas, lo mío es distinto…quedé mal con la próxima dueña de mis quincenas. Ese día nomás salí por una guama para curarme la cruda y pues ya en la tienda, en el mostrador estaba el Verijas cabeceando. Cuando me acerqué a pagarle que le digo: “Ora cabrón, te las hubieras echado con bajadera” —Pues bájate por ésta, mi chavo— que me alburea.

Ya después de los mentados chascarrillos que me pregunta que por qué me fui temprano de la fiesta. —Pues es que ya sabes, me trae de un ala Daniela y pus por no saber bailar me abrió piojo—. Que se me queda viendo, todo serio y con los ojos bien rojos, como si hubiera acabado de atizar, y me dice: —Si quieres aprender, yo te enseño—. Pues pa’ luego es tarde, entonces le dije que sí y que cuándo empezábamos. —Pues cuando quieras, pero eso sí, no vas a bailar conmigo, así que vete consiguiendo una pareja—.

No tenía a nadie más que a mi inseparable carnaval el Lalo. Además era un paro que en las noches no había nadie en su casa porque sus jefecitos son veladores de la bodega de acá atrás; y otra ventaja, el Verijas se había comprometido a enseñarnos a bailar después de la chamba. Ni pedo, algo es algo.

Poco a poco fuimos aprendiendo todo lo que el Verijas nos iba enseñando. Es muy buen maestro y descubrimos que también muy camarada. A cada rato nos repetía: —Nunca van a aprender a bailar hasta que no se bailen a un puto—. Nosotros nos cagábamos de risa, pero él, todo serio nos decía que la onda iba en serio.

“¡Ah chingá! ¿A poco tú aprendiste a bailar con los putos?” que pregunta el Lalo. —Pues claro cabrón, no hay como que tú te bailes a los maricones de Tepis o la Meche, ahí sí para que veas, si tú te los bailas, ya eres todo un chingón—. Medios turbados por sus palabras pero bien entusiasmados le hicimos prometer que cuando ya estuviéramos afilados nos llevara a los tugurios que frecuentaba para pasar nuestro examen profesional.

Tres semanas después, ya en la última clase, el Verijas nos dijo que ya estábamos listos, que ese sábado iba a ver fiesta al otro lado del arcoíris y que si queríamos su respeto no nos teníamos que rajar. No sé las razones del Lalo pero de volada se apuntó, así sin decir ni pío. Y yo, por mi parte, acepté porque esperaba la revancha con la Dani, lijar las partes de su cuerpo que dejé pendientes.

Pues ahí nos tienen en la pule. ¡Y qué pachangón! Había muchos batos disfrazados como viejas, unos si confundían porque parecían mujeres, así bien caderonas y tetonas. Otros si se veían que tragaban más riata que un pozo, pero al sonar las primeras músicas, la onda se hizo una sola.

El Verijas ya ni estaba, se perdió de inmediato al sonar el baile. Lalo y yo estábamos por ahí, desperdigados. De pronto se acerca algo que parecía fémina, pero eso sí, bien potable. Que se jala al Lalo y nomás veo cómo pone en práctica todo lo que aprendimos.

Luego sentí que me arrastraban por detrás del pantalón. ¡No me lo podía creer! Lo que creí que era un joto resultó ser una mujercita; así, chiquita, ni flaca ni gorda pero eso sí, con las formas acomodadas en donde tienen que ir. Empecé a bailar lo más pegado que podía con mi pareja. Estaba excitado pero a la vez emputado, ya sentía rabia por Daniela y todo mi ser deseaba que se fuera a la chingada.

Teniendo a quien tenía como pareja nada podía faltarme. Estábamos tan cerca que yo ya me andaba frotando en la pierna de la flaquita: ya sentía que se me iba a tronchar el miembro. Poco a poco nos iban sitiando en rueda a mí y a mi pareja, notaba como algo muy duro y firme me pegaba cuando le daba vuelta a la flaquita. La rueda se iba cerrando más y más; ora si ya ni veía al Lalo y mucho menos al culero del Verijas, y lentamente, mientras estábamos bailando en la bolita, iba sintiendo más y más cosas y en todas las caras veía el rostro de la Dani que se burlaba de mí.

Segundo lugar del concurso Escribiendo un cuento en Polakas.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahhhhhh, me gustó mucho, mucho. ¡Qué bueno que fue premiado =D!
Kike

Anónimo dijo...

rifado mi buen manu, cunado pense q no escribirias nada apareces. eso es todo hermanito.

naranjas

Ismael dijo...

Pues si le hubieras hecho los cambios de los que te hable hubiera ganado...

Felicidades mano...

Amanda dijo...

Felicidades Manu!!!
Me gustó mucho, rei jajaja
buenas vibras!
besos!

Anónimo dijo...

Hey!! publica algo por acá, con tanto tiempo por Tacuba seguro tienes muchas historias que contar C:


Saludos!