Los índices —comentó Óscar de Borbolla— dicen que en México se leen aproximadamente 2 libros y medio per cápita. Yo pienso que nos toca de a página por cabeza, pero hay que tener en cuenta también los libros basura que también entran en los cálculos, entonces, en realidad nos toca de a renglón por cabeza.
Durante la XXXII Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, el autor de La Libertad de Ser Distinto platicó con los asistentes al auditorio Manuel Tolsá sobre la importancia de la lectura.
“Considero que un buen promedio para leer es un libro por semana, es decir, 52 por año. Si empezamos a leer a los 10 años y vivimos hasta los 80, entonces, tendríamos que leer 4 mil 160 libros”.
La explicación del por qué vivimos en un país verdaderamente simiesco, señaló de la Borbolla, es el hecho de que en México no existe la memoria colectiva. Nosotros tenemos la estatura de los libros que hemos leído y eso hace que estemos casi a la par de nuestra condición biológica.
“Sólo en los libros alguien puede aprender palabras desconocidas que ni siquiera se aprenden al leer el diccionario. También, la lectura permite que el hombre se enseñe a pensar ya que, al relacionar el universo al que los libros nos transportan, uno puede relacionar su realidad con la del libro”, agregó.
Quienes leen —enfatizó— pueden apropiarse de palabras que no conocían y definirse sin la necesidad de usar un adjetivo, en contraposición a quienes no leen y sus referentes son la televisión y hasta los comerciales.
El autor consideró una misión casi imposible que la gente emprenda el hábito de la lectura si las instituciones gubernamentales y la Secretaría de Educación Pública no destinan sus presupuestos a programas de divulgación literaria.
“Se gastan presupuestos enormes en un montón de artistas mantenidos que no escriben para la gente. Toda CONACULTA es un bodrio, un montón de tipos a los que les damos nuestros impuestos para que se paren el cuello y nos desprecien. Ninguno de ellos ha escrito una palabra jamás que haya deseado ser leída por un lector de a de veras. La más humana de las misiones del Estado es la educación.
“Yo lo único que les puedo decir, y con esto termino, es que tenemos que leer como un acto de defensa propia. Si no les gusta el mundo que cada vez está peor, entonces, pónganse a leer”, concluyó.
Durante la XXXII Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, el autor de La Libertad de Ser Distinto platicó con los asistentes al auditorio Manuel Tolsá sobre la importancia de la lectura.
“Considero que un buen promedio para leer es un libro por semana, es decir, 52 por año. Si empezamos a leer a los 10 años y vivimos hasta los 80, entonces, tendríamos que leer 4 mil 160 libros”.
La explicación del por qué vivimos en un país verdaderamente simiesco, señaló de la Borbolla, es el hecho de que en México no existe la memoria colectiva. Nosotros tenemos la estatura de los libros que hemos leído y eso hace que estemos casi a la par de nuestra condición biológica.
“Sólo en los libros alguien puede aprender palabras desconocidas que ni siquiera se aprenden al leer el diccionario. También, la lectura permite que el hombre se enseñe a pensar ya que, al relacionar el universo al que los libros nos transportan, uno puede relacionar su realidad con la del libro”, agregó.
Quienes leen —enfatizó— pueden apropiarse de palabras que no conocían y definirse sin la necesidad de usar un adjetivo, en contraposición a quienes no leen y sus referentes son la televisión y hasta los comerciales.
El autor consideró una misión casi imposible que la gente emprenda el hábito de la lectura si las instituciones gubernamentales y la Secretaría de Educación Pública no destinan sus presupuestos a programas de divulgación literaria.
“Se gastan presupuestos enormes en un montón de artistas mantenidos que no escriben para la gente. Toda CONACULTA es un bodrio, un montón de tipos a los que les damos nuestros impuestos para que se paren el cuello y nos desprecien. Ninguno de ellos ha escrito una palabra jamás que haya deseado ser leída por un lector de a de veras. La más humana de las misiones del Estado es la educación.
“Yo lo único que les puedo decir, y con esto termino, es que tenemos que leer como un acto de defensa propia. Si no les gusta el mundo que cada vez está peor, entonces, pónganse a leer”, concluyó.